Séptima carta
Un perfume de aromas orientales
Es la tranquilidad de estar en un tiempo distinto, relajante suave etéreo pero inmortal, tan antiguo tan místico donde los héroes y las doncellas son fantasías reales, donde existen dragones y guerreros entremezclados, difuminados en recuerdos en sombras paralelas a la actualidad.
La música suena, el té esta listo, el estanque un par de peces bajo tus pies un camino de roca, y delante una puerta de papel que te invita a pasar.
Llama tu atención el leve murmullo de el móvil sobre ti, y te das cuenta que algo pasa, un suceso mágico irreal todo te envuelve te captura en reacciones lentas pero lo disfrutas, y de momento regresas a la realidad, te llaman las flores del cerezo donde esta tu sueño, pero una vos te intenta traer de regreso desesperada, por que no continúes tu camino. Ves una mujer cerca vestida con finas telas y un quimono de fiesta, lista para recibirte en sus brazos, te sientes feliz vas a su encuentro, al estar rodeado de un ambiente místico los colores las formas los olores la música todo es tan tranquilizante tan consolador.
La dicha te embarga cuando suena la melodía de una flauta de bambú. un momento voces a tu alrededor, llantos, lamentos enturbian la paz el misterio toma un toque trágico al escuchar esa clase de sonidos en un lugar tan santo, solemne, de repente lo dejas de escuchar pero ya no puedes continuar, por el camino empedrado, un fino hilo plateado te ata a la bruma la bella mujer se acerca y me muestra en ese instante una botella de perfume, mandarina, te verde, hojas de bambú la felicidad quiero que sea eterna huelo la delicada esencia de honor y tradición derramo un poco en el hilo que se disuelve y voy al encuentro de mi doncella
Del otro lado alguien dice lo sentimos esta muerto y la alegría es eterna inmortal…